La crisis global de COVID-19 continúa evolucionando rápidamente hacia territorios desconocidos y muchas de las comunidades vulnerables en los asentamientos informales urbanos se ven desproporcionadamente afectadas. Los asentamientos informales urbanos se caracterizan por una población densa y una pobreza aguda, lo que hace que el distanciamiento social y los estándares de higiene sean difíciles de implementar. Sin efectivo disponible para acumular alimentos y necesidades básicas, estas comunidades vulnerables no pueden permitirse el lujo de dejar de trabajar, aunque los cierres pueden hacer que esto sea una realidad. Al mismo tiempo, el acceso a servicios básicos como atención médica, agua, saneamiento y educación es limitado y extendido. Las implicaciones de un brote en estas comunidades pueden ser devastadoras con la pérdida de empleos e ingresos, la desnutrición y el deterioro de la salud, y además dejarán a poblaciones enteras vulnerables al permitir que COVID-19 se propague más fácilmente.